domingo, 29 de diciembre de 2013

el camino del trueno…



Has recorrido el camino del trueno
Enfrentándote a la realidad
Del café amargo y los números rojos
Con contracturas en la soledad
La tele apesta, la prensa es el miedo
Donde había risas ahora hay un solar
Con frío en los huesos y el alma rasgada
Te adentras sólo en la tempestad

Otro día más en el paraíso
En este sórdido exilio laboral
La lluvia cae, tú huyes del tornado
No me persigas cuando ande tan cerca de la tempestad…

Has recorrido el camino del trueno
EL viento ruge en nuestra lucha interior
Quizás podamos cruzar este invierno
Para encontrar nuestra salvación
Ya no le temes a ninguna tormenta
Estás preparado y la sabrás encarar
Tienes muy claro que los que gobiernan
Ya sentenciaron tu felicidad

Otro día más en el paraíso…

Rojo temblor de faros en la noche
Caminas guiado por alguna señal
Hoy saltó otra mujer al vacío
La última deuda que no pudo pagar
Has recorrido el camino del trueno
Tú siempre has sido un gran luchador
Perdiste a tu esposa y a tus hijos
Sólo te queda enfrentarte al ciclón

Otro día más en el paraíso
En este sórdido exilio laboral
La lluvia cae, tú huyes del tornado
No me persigas cuando ande tan cerca…

viernes, 20 de diciembre de 2013

en la marea alta…

 
 ¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?
Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuadros de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.
Es tan hermoso contemplar el mar.
Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.
Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.
Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad está lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa...

Imagen: Il diari dello mie emozioni

sábado, 7 de diciembre de 2013

sueño de gol...


Miradita perdida, ay, ay, ay sin rumbo
Sueña con ser campeón del mundo
Mientras junta pa´ los botines
Mendigando por la estación.

Rodillita morada, por algún golpe
Pero él dice que es por deporte
Que un contrario le hizo una falta
Y que el juez nunca la cobró.

Y en vano jalando vida de la resina,
Ave de subte, gorrión sin alas,

Pujando hambre, busca embión.
Sin nido, sin play statyon, pero con nauseas,
Se va doblando truncando sueños, prisionero de esa estación.
Sueño de gol
Sueño de gol

Sueñas con destreza, éxito, fortuna
Y dejar de toparte con esta hambruna.
Con resucitar de la indigencia
Y no tonificar más la impotencia.

Juntas, puchos, broncas monedas
Formando parte de las veredas,

Maradona sin balón vas de pura tarjeta roja…
En tu sueño de gol.

Manitos sucias que tocan bandoneones
Sueñan con esas canciones
Que lo hagan de una vez famoso
Y que lo saquen de la estación.


Gargantita de lata por tanto frío
Con esfuerzo larga un gemido
Grito sangrado se hace escuchar
Pero no goza de noble igualdad.


Y en vano jalando vida de la resina,
Ave de subte, gorrión sin alas…

Imagen: Laura Verano

viernes, 29 de noviembre de 2013

cantos rodados...

Escucho el rodar de los cantos:
canción del río como un coro de piedra.
En la orilla

 tiembla el junco como un pájaro
  perseguido en su vuelo por el aire sutil del desamparo.
La transparencia del agua
 refleja la conciencia herida del tiempo.
Se sumerge hasta el fondo. Allí se precipitan
los sueños. El sedimento turbio
que nos deshabita. 

Miguel Cobo Rosa

lunes, 25 de noviembre de 2013

una rebelión de zombis…

Bajo el terror económico impuesto por la crisis, es lógico que el ciudadano anónimo de este país no recuerde cuándo empezaron a irle mal las cosas y, menos aún, el momento en que perdió la autoestima y bajó los brazos frente al poder. Ese olvido es la forma más envenenada de autorrepresión que puede sufrir la conciencia colectiva. Se trata de una aceptación tácita de que todo va mal y que nada se puede hacer para remediarlo, sin que tampoco se logre saber el motivo profundo de esta impotencia, que es de todos y de nadie. Cuando esta represión psicológica se produce, el poder ya no tiene ninguna necesidad de ejercer la violencia para reprimir las libertades y derruir las conquistas sociales adquiridas tras una larga lucha, puesto que es el propio ciudadano el que asume la culpa y se inflige el castigo. Frente a la prepotencia de un Gobierno con mayoría absoluta, que no duda en imponer su voluntad entrando a saco mediante decretos en la vida pública, el ciudadano ejerce el derecho a la huelga, convoca manifestaciones en la calle, grita detrás de las pancartas, incluso es capaz de levantar barricadas, pero, neutralizada su cólera por el miedo a perder lo poco que le queda, acepta de antemano la derrota. Un extraño virus ha anulado su capacidad de rebeldía hasta convertirlo en un zombi. En efecto, este país está a punto de parecer un reino de muertos vivientes, sin que ninguna voz nos haga saber que nuestra tumba, como la de los zombis, está llena de piedras. Muertos vivientes los hay pobres y ricos. Los pobres caminan como autómatas con la cabeza gacha, si bien a veces miran al cielo esperando que se produzca la lluvia de sardinas que les han prometido; en cambio los zombis ricos entran y salen de los restaurantes, joyerías y tiendas exclusivas en las millas de oro, aparentemente felices, aunque observados de cerca, se descubre su rostro crispado por el terror a que su fiesta sea asaltada mañana por una turba de mendigos. Algunos advierten que la carga explosiva está ya en el aire a la espera inminente de la chispa que provoque un estallido social de consecuencias imprevisibles. Pero esta deflagración no será posible sin que antes se produzca un prodigio: que haya una rebelión de zombis, como en otro tiempo la hubo de esclavos.

Fuente: El País
Imagen: gerard-aimé

domingo, 17 de noviembre de 2013

otro lenguaje...

Cuando una mujer abre la boca
su lengua se empeña en lamer la dureza:
Puede ser la dureza de la vida,
la dureza del dolor con sus dientes esmaltados y perfectos.
La dureza del tiempo que desaparece.
O puede ser que su boca se abra
para lamer, como perra cálida y protectora,
la cara de sus hijos
o el sexo... hasta derretirlo
y enjugarlo de sal,
hasta limpiarlo de su ímpetu
y dejarlo palpitante y lánguido entre los dientes.

Cuando una mujer abre la boca
su lengua quiere decir otro lenguaje,
nombrar otros nombres,
poner saliva entre las puertas
que se abren de un alma a otra.
Limar. Limpiar. Lamer.
Tantas cosas, tanto intento, tanto de lo perdido,
existe en la boca abierta de una mujer.

domingo, 3 de noviembre de 2013

las escolleras de Abelhak…


Abdelhak se mueve por las escolleras del puerto de la ciudad con la esperanza de meterse entre las ruedas de un camión y embarcar a la península. Le acompañan una veintena de otros chavales de entre 11 y 21 años. Se niega a ir al centro de menores de Melilla porque dice que no es bien recibido, incluso afirma que una vez, hace dos semanas, lo llevaron en coche a Marruecos y que otras veces “lo  invitan a irse al puerto y coger un barco”. Esto lo dice con una sonrisa franca, sin darle demasiada importancia. Como tampoco se la da cuando nos cuenta cómo la policía marroquí le daba palizas cuando lo cogían en el puerto de Beni Enzar o cómo lo maltrataban en casa, y tantas otras cosas. Esta historia se repite de modo similar una veintena de veces en las escolleras del puerto de Melilla, cientos de veces si consideramos un espacio de tiempo de un año, miles de veces si consideramos un periodo de tiempo mayor… Cada noche un grupo más o menos numeroso se decide a probar suerte y se lanzan al recinto portuario desde los 8 metros de altura de las escolleras. De madrugada algunos vuelven destrozados, sucios, cansados, te dicen que no ha habido suerte ese día, pero casi con la misma sonrisa que Adelhak afirman que la próxima noche lo volverán a intentar. Otros no vuelven y nadie sabe qué ha podido pasar con ellos: si lograron su objetivo, si están detenidos, si los han expulsado a Marruecos o algo peor. Las más de las veces no volverán a saber de ellos y tal vez por eso no se habla mucho del tema. Si preguntas la respuesta es “cada uno tiene su suerte”. La aparente indolencia ante situaciones tan dramáticas es solo un resorte necesario para sobrevivir. Los brazos llenos de cicatrices de Abdelhak son como un libro donde va escribiendo su vida… Las penas que esconde detrás de su eterna sonrisa. Cada marca es un recuerdo doloroso que no quiere olvidar. Con diez años ya no le caben más penas en sus brazos y a pesar de ello sigue buscando un sitio donde descansar y crecer como un niño normal. 
José Palazón- Prodein 

domingo, 22 de septiembre de 2013

desde el refugio de la esperanza…


Cuando Mustafa abandonó hace tres meses su domicilio de Damasco, huyendo de las bombas que reducían a polvo y escombros las calles de Saida Zeinab, pensó que la pesadilla estaba a punto de acabar. “No quedaba nada del barrio. Las casas, incluida la mía, estaban destruidas. Mi tío había muerto horas atrás cuando un proyectil impactó en el salón, así que mis padres decidieron marcharse al Líbano. Nada más cruzar la frontera, pensé que el Líbano era mil veces mejor que Siria porque aquí no caen bombas”. Pero Mustafa, de 13 años, ignoraba que no estaba huyendo del infierno sino que se dirigía hacia él. Al llegar a Beirut, su familia (su padre y su madrastra y dos hermanos) se encaminaron a la sede de Naciones Unidas, donde se registraron para acceder a la ayuda de 300 dólares que ofrece la institución a cada refugiado. Una vez que tuvieron el dinero, “mi madrastra me expulsó de la familia. Me dijo que me buscara la vida. Ellos volvieron a Siria”. Así fue cómo el crío engrosó el número, en constante aumento, de niños sirios refugiados que mendigan en las calles y venden tabaco, refrescos o baratijas para sobrevivir, abandonados o explotados por sus familias, huérfanos de guerra y, en algunos casos, acostumbrados a la mendicidad como forma de vida. Los más de 30 meses que ya dura la revolución en Siria ha acabado con los ahorros de muchas familias, dando lugar a todo tipo de abusos y redes criminales. El crío, con cicatrices que no logran endurecer su rostro infantil, relata su historia desde el refugio que el Hogar de la Esperanza tiene en la localidad de Kahalleh, al este de Beirut. Aquí, casi 70 niños de la calle son atendidos por un personal que adolece de medios y de financiación pero no de fuerzas. Todo esto, porque mi familia me vendió por 300 dólares. Y yo al menos valgo 500…. Entre los muros del Hogar de la Esperanza, las risas infantiles esconden una tragedia por cada uno de los 67 moradores. “Son niños duros, no suelen hablar de la violencia que han visto. Pero cuando hay fuegos artificiales, es común que se echen a llorar”, explica Germaine en Nabaa.
Mónica G. Prieto · Kahalleh (El Líbano)
Imagen: Manu Brabo /AP)

lunes, 9 de septiembre de 2013

saboreando la vida...


Desde sus seis años de altura, Carlos Manuel abraza la cintura de su padre como si nunca se fuera a despegar. Mira el techo y sonríe. Julián, su padre, intenta zafarse. El niño cede pero permanece junto al padre. Irma, su hermana de unos ocho años, observa desde un rincón de la cocina donde su madre, Esther, trabaja sobre el fogón dando vuelta las tortillas de maíz que siguen siendo el alimento principal de las familias rurales. Los otros tres hijos, incluyendo al mayor, Francisco, de 16, observan la escena que se repite durante las comidas como si fuera un ritual. La cocina es el lugar de pláticas que se esparcen tan lentas como el humo que asciende sobre los techos de zinc. Las palabras son tan frugales y sabrosas como la comida: frijol, maíz, café, plátanos y alguna hortaliza. Todo sembrado sin químicos, cosechado y elaborado a mano. Criado a campo abierto el pollo tiene un sabor diferente, como toda la comida en esta comunidad tojolabal. Cada comunidad, por pequeña que sea, tiene una escuelita… Llegamos a la comunidad hacia medianoche, luego de media hora a los tumbos sobre la caja de un pequeño camión. Toda la comunidad, formada en filas de hombres, mujeres y niños con sus pasamontañas, nos recibe puño en alto. Nos dan la bienvenida y a cada alumno le presentan la familia donde vivirá. Julián se presenta y cuando ya todos reconocieron a su familia, marchamos a dormir… Nos despiertan con las primeras luces para desayunar. Luego vamos a trabajar en la limpieza del cafetal familiar, machete en mano, hasta la hora de la comida. El segundo día tocó enlazar ganado para ser vacunado y el tercero la limpieza del cafetal comunitario. Así cada día, combinando el trabajo con explicaciones detalladas de la vida comunitaria. Por las tardes tocaba leer los cuatro cuadernos que repartieron sobre Gobierno Autónomo, Resistencia Autónoma y Participación de las Mujeres en el Gobierno Autónomo, con relatos de indígenas y autoridades. Cada alumno podía formular las más variadas preguntas, lo que no quiere decir que siempre fueran respondidas. Pudimos convivir con una cultura política diferente a la que conocemos: cuando se les formula una pregunta, se miran, dialogan en voz baja y, finalmente, uno responde por todos. Fue una experiencia maravillosa, de aprender haciendo, compartiendo, saboreando la vida cotidiana de pueblos que están construyendo un mundo nuevo.
Imagen: Zapateando 

martes, 3 de septiembre de 2013

defender la alegría...

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

Imagen: Nino Fezza 

domingo, 25 de agosto de 2013

un claro de luna…

Maldigo.
Maldigo la palabra bomba
maldigo la palabra guerra
maldigo la palabra justicia
cuando no es justicia
maldigo la prostitución
de palabras e inocentes
maldigo la palabra silencio
si hablar es preciso
maldigo la palabra
si el silencio llama.
Maldigo no encontrar el final
de la conjugación de maldigo.

Lamento.
Lamento Siria
lamento Egipto
lamento Somalia
lamento Haití
lamento Irak
lamento esta lista incompleta
que no abandona el etcétera,
lamento los puntos suspensivos
del olvido.
Lamento no encontrar el final
de la conjugación de lamento.

Siento.
Siento repugnancia
siento asco
siento escalofríos
siento impotencia
siento repugnancia
por nuestra impotencia
por nuestra (in)capacidad de reacción
siento no encontrar el final
de la conjugación de siento.

Me entristece.
Me entristece la herida
me entristece lo ingrato
me entristece la cobardía
me entristece nuestra cobardía
me entristece la complicidad
de una boca callada
me entristece el lado salvaje
del capitalismo
me entristece no encontrar el final
de la conjugación de me entristece.

Pienso.
Pienso que cualquier persona
debería tener la oportunidad
de ver un claro de luna.
Alfon Cobo

viernes, 9 de agosto de 2013

teje despacio...


Nueve de Agosto: Día de los pueblos indígenas. Rigoberta Menchú nació en Guatemala, cuatro siglos y medio después de la conquista de Pedro de Alvarado y cinco años después de la conquista de Dwight Eisenhower. En 1982, cuando el ejército arrasó las montañas, casi toda la familia de Rigoberta fue exterminada, y fue borrada del mapa la aldea donde su ombligo había sido enterrado para que echara raíz. Diez años después, ella recibió el Premio Nobel de la Paz. Y declaró: Recibo este premio como un homenaje al pueblo maya, aunque llegue con quinientos años de demora. Los mayas son gente de paciencia. Han sobrevivido a cinco siglos de carnicerías. Ellos saben que el tiempo, como la araña, teje despacio.


domingo, 4 de agosto de 2013

donde gira la vida...


Seguramente ahora lo veo con los ojos nublados por la nostalgia, pero me atrevería a decir que aquel barrio, su configuración, el carácter de su gente, las tormentas sociales de aquel tiempo y de aquel país, la caída de la luz entre los balcones llenos a reventar de ropa sin vergüenzas, las barcas tendidas delicadamente sobre la playa, o incluso los viejos paquebotes y mercantes moviéndose agónicos por el puerto, lanzando los profundos aullidos de sus sirenas… todo ello era un magnífico decorado para que cuatro niños dejáramos allí la huella de nuestras vidas. Bien mirado, el barrio, la ciudad, el país, eran como un grandioso y pintoresco escenario donde cada uno de nosotros tendría que representar su papel, como  una obra de teatro que, como pasa con las grandes piezas dramáticas, acabó por engullirnos a todos. Sin nuestro barrio, el mar no habría sido nunca de la ciudad, quizá un incidente orográfico que algún poeta habría aprovechado para perfilar versos suaves de lirismo tronado. El mar en Barcelona únicamente latía por un corazón, y ese era nuestra barriada… Todos los aromas del mar estaban allí, en nuestro barrio, suspendidos en el aire  y siempre a punto para que cualquier brizna de viento los hiciera circular por el entramado de callejuelas, entrar por las diminutas puertas de las casas, ascender por las escaleras humildes y oscuras hasta nuestros pisos, donde penetraban y poseían objetos, armarios, alfombras, sábanas… Pero por encima de todo nos poseían a nosotros. […] Y hasta hoy, cuando hace tantos años que no lo piso para no lagrimear y echar a perder la nitidez de los recuerdos, la Barceloneta sigue siendo para mí el lugar donde gira la vida.

domingo, 21 de julio de 2013

libres de por sí...


Mira inquisitivamente con unos ojos negros que reflejan el principio de todas las cosas. Puede pasar horas bailando descalza, sin parar… Vive con su familia a orillas del río Ródano, en una fábrica abandonada de la localidad francesa de Arlés. Sólo tiene ocho años, pero ya ha vivido cuatro expulsiones violentas que recuerda como indeseables fotogramas en blanco y negro. “Estaba durmiendo. Hacía frío. De repente, escuché un estallido y la puerta se abrió de golpe. Gritos. Dos gendarmes. Uno de los gendarmes puso un arma en mi cabeza. Hicieron lo mismo con mi madre, que sostenía en brazos a mi hermano de 2 años. ¡Afuera! Más gritos. Ni siquiera pudimos recoger nuestras cosas. Estábamos en la calle. Hacía mucho frío”. Alicia plasmó algunos episodios de las expulsiones en una carta que redactó en perfecto francés para su amiga Esmeralda Romanez, una activista de reconocimiento internacional comprometida con los derechos de las mujeres gitanas. A pesar de la diferencia de edad — más de cinco décadas — entre Esmeralda y Alicia se ha forjado una amistad legítima. Esmeralda también vive en Arlés, sigue de cerca los pasos de la niña, ella logrará grandes cosas, es el futuro. Tendrá aspiraciones propias y querrá explorar el mundo que hay fuera de las paredes de su casa. Es una niña muy lista, si un día se casa será con el hombre que ella elija. Será una mujer independiente y luchadora. Será lo que ella quiera ser. A veces van juntas al supermercado, Esmeralda con su imponente presencia de matrona protectora y Alicia con su risa de cascabel y su ligereza de pluma. La niña no para de parlotear de mil cosas. Empieza a compartir sus impresiones sobre algo que ve. Se fija en todo. Cambia de tercio y vuelve a hablar de cosas suyas. Lleva en sus pies una urgencia que solo se sosiega cuando baila y posee una chispa enigmática que conquista con facilidad. Alicia serpentea los pasillos del supermercado con un dominio que no deja de sorprender a Esmeralda. Sabe dónde encontrar los productos que compra su madre y conoce de memoria los precios que están al alcance del presupuesto familiar. La madre cuida de los niños, de su marido y de la casa. El padre se gana la vida tocando en la calle. A veces lo contratan para actuar en un bar o para dar clases particulares de acordeón a extranjeros y a niños. Sus hermanos viven atemorizados, sienten pánico cuando escuchan el sonido de un coche o cuando ven a los gendarmes merodeando por el barrio. Intuyen que algo malo puede pasar y corren a esconderse. Alicia reacciona con rebeldía, se muestra desafiante, es valiente y contestataria, pero hay una cosa que no entiende, y se lo pregunta a Esmeralda, a sus padres, se lo pregunta a sí misma: ¿Por qué no nos quieren?... Puede ser que se repita la historia, que tengan que salir de madrugada con lo puesto y que no les quedé otra opción que emprender la búsqueda de un lugar que los cobije. Puede ser que, una vez más, aquello que garantiza la seguridad de unos se convierta en el desasosiego de otros. Alicia ha tenido la oportunidad de aprender el significado de la palabra libertad en el idioma francés. El director de cine francoargelino de ascendencia gitana, Tony Gatlif, asegura que no existe ninguna palabra en la lengua gitana para nombrar este estado. Dice que los gitanos no emplean esta palabra porque lo de ser libres les viene dado, son libres de por sí. 
Sorayda Peguero Isaac
Imagen: Jordi Oliver

sábado, 22 de junio de 2013

no me queda otra que soñar…


Tras horas de caminata por las laderas más escarpadas de los bosques marroquíes que bordean Melilla, en medio de lo más sombrío, abrupto y yermo de las lomas, por un momento tienes la sensación de estar en un hogar, de sentirte como si departieras en casa de un familiar. Alrededor, más de doscientas historias cargadas a la par de miseria y esperanza; más de doscientas vidas que esperan su momento para jugársela a cara o cruz cruzando una injusta valla. La artífice de este milagro es Aissatou, la única mujer de todos los campamentos del monte Gurugú… La vida de Aissatou es una verdadera historia de superación; un tener que reinventarse a cada contratiempo que la subsistencia le ha ido poniendo en lo largo de su arduo caminar. Según nos cuenta, es liberiana de nacimiento, huye a Costa de Marfil con tan sólo siete años después de que sus padres fueran degollados en su presencia. Huérfana, pobre y refugiada, sufre abusos constantes hasta que siendo adolescente conoce a su marido, un militar con el que se casa en un país inmerso en una encarnizada Guerra civil. Estando embarazada del cuarto hijo, se desata la Segunda Guerra Civil marfileña. Una cruel batalla racial en la que Aissatou quedará viuda. Se acababa de quedar sola con un bebé recién nacido, que ya no conocería a su padre, y con otros tres chiquillos de corta edad. Carecía de ingresos, no había quien pudiera ayudarle y el desasosiego constante de que alguna de las masacres que se sucedían en todo el país pudiera hacer más daño a los suyos rondaba su cabeza día y noche. Así que vendió lo poco que tenía y se dispuso a realizar un largo viaje: “No quería que mis hijos vivieran lo que yo viví. No quería que acabaran como su padre. Puede parecer irresponsable estar ahora aquí pero estamos vivos y muy cerca de nuestros sueños. Si nos hubiéramos quedado, a lo mejor ahora no podría estar contándolo”. Salió de Costa de Marfil y durante veinticinco días recorrieron media África hasta llegar a Rabat. Y así es como hace casi cinco meses Aissatou y sus pequeños terminan llegando a los refugios en donde los subsaharianos varones esperan para poder cruzar la valla de Melilla. Todos se preguntan: ¿Por qué no fue a los campamentos que hay alrededor de la ciudad de Nador donde están instalados las mujeres y los niños? La respuesta es tan sencilla como demoledora: “Mi intención es llegar a Melilla. Sé que no puedo saltar la valla y menos con cuatro hijos, pero tampoco puedo pagar una patera o un coche para pasar la frontera y no estoy dispuesta a venderme para lograrlo. Sólo quiero que mis hijos tengan un futuro y disfruten de una vida digna que yo no he podido tener y que ahora mismo no puedo ofrecerles. Espero que algún día Europa le devuelva a mis hijos todo lo que África me ha ido robando”. “Sueño con un futuro mejor, no me queda otra que soñar y no perder la esperanza. No me queda dinero y no tengo a nadie… Sólo quiero lo mejor para mis hijos y hago lo que haría cualquier madre: no dejar de luchar”.

miércoles, 12 de junio de 2013

renglones…

Un renglón se atreve a desafiarme
Se presenta a bocajarro, por sorpresa
Pretende que me acerque hasta sus líneas
Y encuentre en esa acera mis quimeras.

Un renglón empieza a ser mi sombra
Confidente, refugio, eslabón de la cadena
Que me evita saltar de la cornisa
Y me borra poco a poco la tristeza.

Llega casi de puntillas y me inunda
Con notas de guitarra
Con boca llena
Me toca y me desnuda
Me abriga y me consuela.

Un renglón encuentra su paisaje
Y a punta de palabra me convoca
Abre alguna que otra puerta en mi memoria
Tropieza con mis rabias, mis ausencias.

Un renglón se convierte en más renglones
Me dibuja atrevidas primaveras
Consigue que me adentre entre sus huellas
Con mis miedos, con mis duelos… me despierta.

Un renglón se atreve a desafiarme
Como dice Bendedetti:
Vuelvo/quiero creer que estoy volviendo.

Gracias por todo... y por lo que vendrá Manuel Cuesta
Imagen: Manuel Cuesta