domingo, 27 de enero de 2013

poeta en actos…


En el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, ocurrido el 28 de enero de 1853, el papel de los hombres y de los pueblos requiere una mirada reflexiva que parta esencialmente de sus ideas… Una revolución no es un paseo por las riberas del mar o de un río apacible. Es una tormenta. Es una conmoción descomunal que rompe los cimientos de la sociedad. Destructoras para ser constructoras. Y en ese camino le toca a una generación sufrimientos indecibles y placeres memorables. Quien intente triunfar, no inspire miedo: que nada triunfa contra el instinto de conservación amenazado. Y quien intente gobernar, hágase digno del gobierno, porque si, ya en él, se le van las riendas de la mano, o de no saber qué hacer con ellas, enloquece, y las sacude como látigos sobre las espaldas de los gobernados, de fijo que se las arrebatan, y muy justamente, y se queda sin ellas por siglos enteros. A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. De los hombres y de sus pasiones, de los hombres y de sus virtudes, de los hombres y de sus intereses se hacen los pueblos. Los hombres que vienen a la vida con la semilla de lo porvenir, y la luz para el camino, sólo vivirán dichosos en cuanto obedezcan a la actividad y abnegación que de fuerza fatal e incontrastable traen en sí. El hombre debe realizar su naturaleza. Debe el hombre reducirse a lo que su pueblo, o el mayor pueblo de la humanidad, requiera de él. Cuanto rebaje a un hombre me rebaja, y un hombre bajo que viniese detrás de mí, me pesaría como mi propia bajeza. Encender a los hombres quiero, y abrirles los ojos para que con sus ojos vean la luz, y decirles la verdad que sé. Las etapas de los pueblos no se cuentan por sus épocas de sometimiento infructuoso, sino por sus instantes de rebelión. Los hombres que ceden no son los que hacen a los pueblos, sino los que se rebelan. Pelear es una manera de triunfar. No hay más vencidos que los que lo son por sí propios:- por su desidia, su malignidad o su soberbia. Andar es un modo de llegar. La vida no me ha dado hasta ahora ocasión suficiente para mostrar que soy poeta de actos, tengo miedo de que, por ir mis versos a ser conocidos antes que mis acciones, vayan las gentes a creer que sólo soy, como otros tantos, poeta en versos.

Fuente: Rebelión

sábado, 26 de enero de 2013

en el vientre de la ballena...


"Es el secreto de Younes, guardadlo en el vientre de la ballena”, les dijo. “Y tras tres días, tres años y tres décadas, vuestro abuelo Younes saldrá del vientre de la ballena, como salió el primer Younes, y volverá Palestina, y llamaremos a nuestro ueblo, que reconstruiremos, Bab al-Shams"

Ciento cincuenta personas, la mayor parte de ellos palestinos, y un centenar más que lograron entrar al día siguiente, fundaron un pueblo, pero más que eso fundaron una idea, una manera de combatir al gobierno israelí, a su poderoso ejército, a sus armas y soldados. Bab Al Shams, una iniciativa de resistencia pacífica de los comités populares palestinos. Ha consistido, consiste, básicamente en la creación de un pueblo mediante el levantamiento de tiendas en un terreno de los territorios ocupados palestinos, muy cerca de Jerusalén Este, en dirección a Jericó. Su nombre, la Puerta del Sol, podría evocar los movimientos de protesta en España, pero su elección ha tenido un componente poético y hermoso, el libro del libanés Elias Khoury. Visibilizar con su acción el deseo, más que eso, el derecho, de recuperar una tierra que les pertenece. Y hacerlo sin violencia. Con organización y fuerza, con logística y valentía. Llegar y quedarse. Pero además, los ciudadanos, los habitantes de Bab Al Shams no sólo han fundado una manera, sino que han refundado una esperanza, una luz que se reprime una y otra vez desde dentro de sus fronteras pero también desde fuera, la esperanza de que en la acción no violenta, en la resistencia, reside el éxito de su pueblo. Un camino que, admiten ellos, es de largo recorrido, un camino que no les desgasta y por el que, están, estamos convencidos, merece la pena trabajar. Y aunque en muchas, demasiadas ocasiones, no se visibilice en la esfera internacional, la realidad es que dedican mucho esfuerzo en avanzar por ese camino, en hacerlo con sabiduría, y en recorrerlo desde la base de un pueblo, de una sociedad, que se desmarca de posicionamientos políticos, de autoridades e intereses económicos o de simple poder. Mientras tanto, la dureza del día a día, la incómoda y permanente sensación de asfixia que aprieta al pueblo palestino desde hace más de medio siglo continúa en el presente de esta región. Pero una ligera brizna de aire se ha colado por entre los barrotes de los checkpoints, por entre las manos de los soldados que aferran sus armas, por entre las grietas del muro. Una brisa de esperanza.

 Candela Torres 
  Imagen: Bab Al Shams

 

domingo, 20 de enero de 2013

en el puente...

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. Pero ella no estaría ahora en el puente. Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sebastopol. De todas maneras subí hasta el puente, y la Maga no estaba. Ahora la Maga no estaba en mi camino, y aunque conocíamos nuestros domicilios, cada hueco de nuestras dos habitaciones de falsos estudiantes en París, cada tarjeta postal abriendo una ventanita Braque o Ghirlandaio o Max Ernst contra las molduras baratas y los papeles chillones, aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. 
Imagen: Marc Riboud


sábado, 19 de enero de 2013

tu granada de sueños...


Tu cabeza está llena de bicicletas blancas;
tu corazón, un tren desbocado y oscuro.
Por tus venas galopan caballos alarmados.
Amas el sol y el riesgo, el fuego y el futuro.

Islas hay en el tiempo donde vivir querrías,
y pueblos donde son las tareas comunes.
En la escuela se aprende a manejar cometas
y a vivir que es lo mismo lo mío que lo tuyo.

Y sales a la calle y la ciudad te niega,
y dos y dos son cuatro y mañana hace frío.
Y hay una chimenea debajo de tu cama
y alguien dictando normas dentro de tu bolsillo.

Y en la pared escribes tu granada de sueños,
tu estallido de nuevos horizontes aurora.
Y tu imaginación, contra la gris costumbre,
pide la vida es nuestra: paraíso ahora.



miércoles, 16 de enero de 2013

encauzando el viento...


William Kamkwamba vivía con sus padres en Masitala, una pequeña aldea a 2 horas en camioneta de la capital de Malawi con 50 chozas de adobe, sin agua corriente ni luz, y todas sumidas en la más absoluta pobreza. Hasta que el chico de catorce años, que había abandonado la escuela por falta de pago, decidió hacer de su ingenio su porvenir y erigió con sus propias manos y basura reciclada un pequeño molino de viento que cambiaría su aldea para siempre… Malawi, con 13 millones de habitantes, la mayoría rozando la extrema pobreza, tiene una tasa del 14% de infección por VIH y una esperanza de vida cercana a los 43 años. El problema fundamental del país es la necesidad de importar, casi en su totalidad, todos los bienes y energías de consumo, dispensando al país una deuda externa progresiva que le impide crecer y desarrollarse para salir de su condición de extrema pobreza. En 2001 la hambruna se agudizó en todo el país. Compartía choza con 6 hermanas y sus progenitores. Ayudando en las tareas de cultivo de tabaco y en cualquier chapuza que generase ingresos a la familia. Sin luz ni agua corriente, las prohibitivas candelas de parafina iluminaban su hogar al caer el sol día tras día; cuando los recursos eran suficientes para abastecerse de ellas en el economato que estaba a 8 kilómetros de distancia. A pesar de no estar escolarizado, William no carecía de ingenio y ganas de aprender sometido, desde que tenía uso de razón, por el instinto de supervivencia. Abandonó la escuela pero devoraba las revistas y los viejos y carcomidos libros que alguna ong depositaba en el club social de la aldea. A sus manos llegó un ejemplar de una publicación educativa de ciencia que explicaba como convertir el viento en electricidad. Manos a la obra. Con una vieja bicicleta, el ventilador de un tractor abandonado, gomas, madera de eucalyptus y los desechos de agricultores vecinos comenzó a construir el primer aero-generador particular de todo el país. Sin saberlo, el bueno de William estaba levantando, no sólo un molino de viento que ayudaría a abastecer de energía a su aldea, sino las bases para la mejora de la deteriorada conciencia auto-suministradora de sus deprimidos compatriotas. En apenas unas semanas el generador del molino estaba funcionando. Fue el primero de una serie de molinos que William construyó por toda el pueblo.
Fuente: ecocosas

miércoles, 9 de enero de 2013

una casa de palabras...


Julio es una larga cuerda con cara de luna. La luna tiene ojos de estupor y melancolía. Así lo estoy viendo en la penumbra del entresueño, mientras desato las pestañas. Así lo voy viendo y lo voy escuchando, porque Julio está sentado junto a la cama donde despierto y suavemente me cuenta los sueños que yo acabo de soñar y que ya no recuerdo o creo que no recuerdo. Esto he sentido desde que leí sus cosas por primera vez, hace más de veinte años, y yo siempre con ganas de entregarle sueños a cambio de los que él me devolvía. Nunca pude. No valen la pena los pocos sueños míos que consigo recordar al fin de cada noche. Ahora Helena me ha dado los suyos, para que yo se los dé a Julio. El sueño de la casa de las palabras, por ejemplo. Allí acudían los poetas a mezclar y probar palabras. En frascos de vidrio estaban guardadas las palabras, y cada una tenía un color, un olor y un sabor y cada una sonaba y quería ser tocada. Los poetas elegían y combinaban, buscando tonalidades y melodías, y se acercaban a la nariz las frases que iban formando, y las probaban con el dedo: “Esta precisa más aroma de lluvia”, decía Juan, y Ernesto decía: “A esta le sobra sal”. La casa de las palabras se parecía mucho a la casa de Rosalía de Castro, en Galicia; y quizá era. Los árboles se metían por las ventanas. O, pongamos por caso, el sueño de la mesa de los colores. Estábamos todos en ese sueño, todos los amigos sentados en torno de una mesa, y también la multitud de “extras” que trabajan en cualquier sueño que se respete. En las fuentes y en los platos había comida, pero sobre todo había colores: cada cual se servía alguna alegría en la boca y también se servía algún color, el color que le hacía falta, y el color entraba por los ojos: amarillo limón o azul de mar serena, rojo humeante o rojo lacre o rojo vino. Una vez, Helena soñó que sus sueños se marchaban de viaje y ella iba hasta la estación del tren a despedirlos y por ahí andaba entreverado, no sé cómo, el Chacho Peñaloza queriendo irse a Beirut. Y otra vez, hace poco, soñó que se había dejado los sueños en Mallorca, en casa de Claribel y Bud. En pleno sueño sonaba el teléfono y era Claribel llamando desde el pueblo de Dejá. Claribel decía que Helena se había olvidado un montón de sueños en su casa y que ella los había guardado, atados con una cinta, y que sus nietos querían ponérselos y ella les decía: “Eso no se toca”. ¿Qué hago con tus sueños? – pregunta Claribel en el sueño. Dáselos a Julio – le sugerí yo, después, mientras el cafecito nos abría, de a poco, las puertas del día; y Helena estuvo de acuerdo.

domingo, 6 de enero de 2013

transcurren de puntillas…


De noche las palabras transcurren de puntillas
discretas andan entre los objetos
temerosas del ruido se descalzan
Sobre mis hombros insomnes aletean
el poema me saca de la cama
Tanto silencio rodea mis dos manos
estas que forman signos señales de humo lazos
para llegar a otros y atravesar misteriosas distancias
Quiero decir que vivo quiero decir que quiero
que sufro que me río
que soy un amasijo de mujer al filo de la noche y el desvelo
Mujer de pájaros de estaciones de blanco y negro
Poeta mujer ávida de palabras
en un país con un idioma extraño.

Imagen: Imaginación

sábado, 5 de enero de 2013

el canto de la vida...


Veo la tierra que me viste y alimenta
Un día claro y feliz contigo cerca
Veo la luz buscando una salida
El silencio, el canto de la vida
Me hacen sentir, inevitablemente
Me hacen vivir, me hacen decir

Ya que las cosas no son como parecen
Me dedicaré a darles buen sentido
No dejaré pasar del instante
Será el futuro el presente constante
Haciendo sentir, irremediablemente
Haciendo vivir, haciendo decir

Que la vida no se cansa
si encuentras tus alas
para ser feliz

Si a cada encuentro le sigue una despedida
Haremos que mientras dure no destruya
Y se multipliquen día a día
Los afectos que andan a escondidas
Cerca de ti, en el lugar de siempre
Cerca de ti, cerca de mí

Veo la tierra que me viste y alimenta
Las distintas mañanas que me guían
Y un recuerdo amargo está de paso
Quiero despertar entre tus brazos
Nada me das que pueda ya ignorarlo
Nada me das que pueda olvidar

Que la vida no se cansa
si encuentras tus alas
para ser feliz

jueves, 3 de enero de 2013

la vida desnuda…



Calcuta, llegué no sé si de madrugada.
Aún estaba la ciudad en esa penumbra calurosa, que yo creí masticar.
Un olor como no se encuentra en ningún otro lugar.
La noche entremezclada con el día,
y todo lo que se desliza sobre ruedas, pitaba.
Bocinas, que salían del aeropuerto sobre taxis.
Y sin prólogos, caras finas, morenas como aceitunas,
ojos negros que pertenecen al misterio del Uno,
a la magia de cuando el hombre no existía sobre la Tierra.
El alma vaporosa, como un espíritu deslumbrado,
saltó por los cristales de mi rostro,
al encuentro de decenas de amaneceres,
a correr detrás de sus cuerpos con olor a especias, algunas rancias,
aroma de vida y muerte en las calles habitadas sin tregua.
Medio vestidos, y por entero dignos,
al trote de sus piernas delgadas,
de su pelo liso haciendo señales a la Nada.
Su exceso de fuerza, de valor, de aceptación, de humanidad.
El proyecto que venía a realizar, me pareció ínfimo.
Yo tan pequeña ante la enormidad de la vida desnuda.
En el agua marrón de Calcuta, hundí un deseo, 
donde el río lava con flores y animales, sus cabellos.

miércoles, 2 de enero de 2013

mazorcas de esperanza…


Las bombas desde mar y aire llueven de nuevo sobre Gaza. Mueren ancianos, niñas y niños, mujeres y hombres. Estados Unidos apoya abiertamente a Israel en el uso de la fuerza militar mientras el resto de países apenas susurran. El poeta, atento, toma la palabra: “Quemad nuestra tierra, quemad nuestros sueños, verted ácido en nuestras canciones. Cubrid con serrín la sangre de los nuestros, asesinados”. Mientras tanto en la comunidad de Simbol, en Santiago del Estero, Argentina, lloran el asesinato del compañero campesino Miguel Galván a manos de sicarios del agronegocio de la soja transgénica que avanza desvistiendo bosques y selvas, borrando pueblos como una plaga bíblica de langostas. Miguel en el campo cuidaba la tierra, defendía la vida. El poeta sostiene su canto: Arrasad con vuestras bombas los valles, borrad con vuestros editores nuestro pasado, nuestra literatura; nuestra metáfora. Desnudad los bosques y la tierra, hasta que ni el insecto, ni el ave, ni la palabra encuentren rincón alguno donde refugiarse. Los mismísimos mercenarios de los agronegocios quieren aprobar en los próximos días la siembra masiva de maíz transgénico en México. Si les dejamos, escupirán a la tierra sus ansias de lucro, sembrando la muerte en las tierras que dieron origen a este grano hecho de barro y pasto, en reunión de dioses y humanos. Informado, el poeta levanta más alto, más lejos, su voz. “Ahogad con vuestra tecnología el clamor de todo lo que es libre, salvaje e indígena. Destruid. Destruid. Nuestra historia y nuestro suelo. Asolad alquerías y aldeas que nuestros mayores construyeron. Los árboles, las casas, los libros, y las leyes y toda la equidad y la armonía!”. Alertados los pueblos indígenas, rurales, urbanos, de México y de todo el mundo, se acercan, se aprietan, y cada uno como un grano se ensamblan formando una nueva comunidad, una mazorca que asemeja un puño levantado, para detener la barbaridad de la siembra de ese maíz empeorado, contaminador, uniforme, enfermizo, estéril y criminal. Y escuchan los Pueblos-Mazorca el canto del poeta palestino campesino y anónimo: “Haced eso y aún más. No tengo miedo a la tiranía. No desespero nunca y es que guardo una semilla, una semilla pequeña pero viva, que voy a guardar con cuidado, y a plantar de nuevo”. La esperanza –como el maíz criollo– siempre se puede sembrar.
Imagen: YouTube