domingo, 25 de agosto de 2019

al borde del camino...


Sí. Finalmente me quedé inmóvil al borde del camino. De nada sirvieron las recomendaciones del poeta. Me quedé contemplando la vida que transcurría rápida por el caudal del tiempo. Yo la intuía lenta. Anodina. Deshojada. Pero es cierto, la vida late despacio cuando se mira sin convicción. En ocasiones, un brillo de luz me ponía sobre aviso. Pero finalmente mi cuerpo quedó pigmentado en bronce y mis ojos fijos en el camino. Así, inmóvil, como una estatua que advierte, que la vida hay que soñarla hasta la muerte.

Imagen: Luo Li Rong