jueves, 31 de julio de 2014

era el mar…

Era yo entre dormida y despierta
un paisaje de ningún lugar
eran olas gigantes y luego
era yo acariciando la mar.

Era un mar, era yo, todo junto
era espuma, pero era verdad
una noche, quizás fue soñando
era el mar.

Era yo entre las olas de fuego
sol de agua, perfume de sal
yo nadando, era viento poniente
eras tú y éramos todo el mar
y después el sol se despedía
ámbar, brillo, marina, tu voz
era un beso salado y el mundo
se hizo mar, se hizo tú, se hizo yo.

Y allí estabas también tú
o era el mar disfrazado de ti
tan profundo, tan bello, tan tuyo
eras tú y era el mar sobre mí.

 

sábado, 26 de julio de 2014

el último trago...

A fuerza de saldar cuentas con mi destino,
recordé un instante dónde había nacido.
Soy una palabra, un gesto, un latido,
y otras veces sólo un montón de escombros
del último derribo.

Cuántas otras torres más altas han caído,
cuántas horas muertas nos han perseguido.
Mientras gota a gota se deshace el frío,
la última copa tómala conmigo.

Nada es tan urgente, todos se han dormido,
la bola del mundo colgada de un hilo,
las luces que tiemblan  en el precipicio,
la gente corriente que busca un sentido
a todo este invento en el que vivimos.

Cuando no cuentas con nada,
tan sólo cuentas pendientes,
cuando no quedan palabras
que alimenten la distancia,
cuando no creas en nada,
por favor, confía en mí.

Mientras gota a gota se desborda el río,
el último trago tómalo conmigo.
Si la noche se desploma
contra un sol madrugador
y se llena de preguntas la mañana,
sabes que tienes mi amor.
A fuerza de golpes
por fin lo aprendimos,
que no hay peor vida
que la que no vivimos.
Cuando ya no tengas ganas
ni de casi tener ganas,
por favor, confía en mí.
Y mientras gota a gota se deshace el frío,
La última copa tómala conmigo.

Fuente: MUJERES

lunes, 14 de julio de 2014

en los temblores del parto…


El viento arrastra el polen,
y nuestra tierra se sacude de noche en los
temblores del parto.
El verdugo se engaña a sí mismo,
contándose la historia de la incapacidad,
la historia de la ruina y los escombros.
¡Joven mañana nuestra!... Cuéntale tú al verdugo
cómo son los temblores del parto;
cuéntale cómo nacen las margaritas
del dolor de la tierra,
y cómo se levanta la mañana
del clavel de la sangre en las heridas. 

sábado, 12 de julio de 2014

intramuros...


Esta noche estoy solo. Mi compañero (algún día sabrás el nombre) está en la enfermería. Es buena gente, pero de vez en cuando no viene mal estar solo. Puedo reflexionar mejor. No necesito armar un biombo para pensar en vos. Dirás que cuatro años, cinco meses y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar. Y es cierto. Pero no son demasiado tiempo para pensar en vos. Aprovecho para escribirte porque hay luna. Y la luna siempre me tranquiliza, es como un bálsamo. Además ilumina, así sea precariamente, el papel, y esto tiene su importancia porque a esta hora no tenemos luz eléctrica. En los dos primeros años ni siquiera tenía luna, así que no me quejo. Siempre hay alguien que está peor, como concluía Esopo. Y hasta peorísimo, como concluyo yo [...] Hace aproximadamente dos meses que no tengo noticias tuyas. No te pregunto qué pasa porque sé lo que pasa. Y lo que no. Dicen que dentro de una semana todo se regularizará otra vez. Ojalá. No sabes lo importante que es una carta para cualquiera de nosotros. Cuando hay recreo y salimos, de inmediato se sabe quiénes recibieron cartas y quiénes no. Hay una extraña iluminación en los rostros de los primeros, aunque muchas veces traten de ocultar su alegría para no entristecer más a los que no tuvieron esa suerte. En estas últimas semanas, por razones obvias, todos estábamos con caras largas, y eso tampoco es bueno. De modo que no tengo respuesta a ninguna pregunta tuya, sencillamente porque carezco de tus preguntas. Pero yo sí tengo preguntas. No las que vos ya sabés sin necesidad de que te las haga, y que, dicho sea de paso, no me gusta hacerte para no tentarte a que alguna vez (en broma, o lo que sería muchísimo más grave, en serio) me digas: "Ya no." Simplemente quería preguntarte por el Viejo. Hace mucho que no me escribe. Y en este caso tengo la impresión de que no hay ninguna otra causa para la no recepción de cartas. Sólo que hace mucho que no me escribe. Y no sé por qué. Repaso a veces (sólo mentalmente, claro), lo que recuerdo haberle escrito en algunos de mis breves mensajes, pero no creo que haya habido en ellos nada que lo hiriera. ¿Lo ves a menudo? Otra pregunta: ¿cómo le va a Beatriz en la escuela? En su última cartita me pareció notar cierta ambigüedad en sus datos. ¿Te das cuenta de que te extraño? Pese a mi capacidad de adaptación, que no es poca, ésta es una de las faltas a las que ni mi ánimo ni mi cuerpo se han acostumbrado. Al menos, hasta hoy. ¿Llegaré a habituarme? No lo creo. ¿Vos te habituaste?
Fuente: Radio Saudade


jueves, 10 de julio de 2014

laberinto de olas…



Llueve a ratos. Diría que hace una tarde maravillosa, si supiera que andas sigilosa y volátil por la casa y afino el oído correspondiente para no perderte, buscarte y quererte más aún si pudiera y siento tus pasos y tus delicados dedos a cada rato sobre el parquet y un deseo irrefrenable de fundirme contigo en el espacio y en el tiempo infinito; para siempre y jamás. Te esperé, me tomé mi tiempo, paciente y casi vencido, durante tantos años y otoños y primaveras voraces. Desde aquellas tardes desgarradas, en las que absorto y desplomado sobre el sillón faraónico de orejas verde; frente al imponente ventanal del salón de Cedaceros, escaparate de un mundo de apenas unos metros; imploraba una mirada furtiva de tus ojos, antes de doblar la esquina y sumergirte por la calle de “los Madrazo”… gacela fugaz y presurosa, abriéndote por el filo del mediodía hacia tus clases de baile. Y ya ves… han pasado algunos años, tantos, que ahora sí, ya nada será lo que fue, ni lo que pudo ser y tú; seguro que ya casi eres abuela, y yo… qué será de mí, que sigo perdido y todavía te quiero.


Fuente: MUJERES
Imagen: Tomas Guijo

jueves, 3 de julio de 2014

las razones del viajero…

Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin dudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo, un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.

Imagen: Silenzio a ore