lunes, 4 de noviembre de 2019

como una cascada…


Atravesé rosadas membranas. Entré como una cascada ámbar en el cuerpo de Lavinia. Vi pasar sobre mí la campanita del paladar antes de descender por un oscuro y estrecho túnel a la fragua del estómago. Ahora nado en su sangre. Recorro este ancho espacio corpóreo. Se escucha el corazón como eco en una cueva subterránea. Todo aquí se mueve rítmicamente: espiraciones y aspiraciones. Cuando aspira, las paredes se distienden. Puedo ver las venas delicadas semejando el trazo de un manojo de largas flechas lanzadas al espacio. Cuando espira, las paredes se cierran y oscurecen. [] Lavinia guarda grandes espacios de silencio. Su mente tiene amplias regiones dormidas. Me sumergí en su presente y pude sentir visiones de su pasado. Cafetos, volcanes humeantes, manantiales, envueltos en la densa bruma de la nostalgia. Trata de entenderse a sí misma. Es complejo este surtidor de ecos y proyecciones.

en “La mujer habitada” 

domingo, 25 de agosto de 2019

al borde del camino...


Sí. Finalmente me quedé inmóvil al borde del camino. De nada sirvieron las recomendaciones del poeta. Me quedé contemplando la vida que transcurría rápida por el caudal del tiempo. Yo la intuía lenta. Anodina. Deshojada. Pero es cierto, la vida late despacio cuando se mira sin convicción. En ocasiones, un brillo de luz me ponía sobre aviso. Pero finalmente mi cuerpo quedó pigmentado en bronce y mis ojos fijos en el camino. Así, inmóvil, como una estatua que advierte, que la vida hay que soñarla hasta la muerte.

Imagen: Luo Li Rong

viernes, 12 de julio de 2019

mi propio tambor...


No bailaré al ritmo de su tambor de guerra. No prestaré mi alma y mis huesos a su tambor de guerra. No bailaré a su ritmo. Conozco ese ritmo, es un ritmo sin vida. Conozco muy bien esa piel que usted golpea. Estuvo viva aún después de cazada, robada, expandida.

No bailaré al ritmo de su tambor de guerra. Yo no voy a estallar por usted. Yo no voy a odiar por usted, ni siquiera voy a odiarlo a usted. No voy a matar por usted. Especialmente, no moriré por usted. No voy a llorar la muerte con asesinato ni suicidio.

No me pondré de su lado ni bailaré con bombas solo porque todos los demás están bailando. Todos pueden estar equivocados. La vida es un derecho, no un daño colateral o casual. No olvidaré de dónde vengo. Yo tocaré mi propio tambor.

Reuniré a mis amados cercanos y nuestro canto será danza. Nuestro zumbido será el ritmo. No seré engañada. No prestaré mi nombre ni mi ritmo a su sonido.

Yo bailaré y resistiré y bailaré y persistiré y bailaré. Este latido de mi corazón suena más alto que la muerte. Su tambor de guerra no sonará más alto que mi aliento.