lunes, 7 de marzo de 2016

es posible bailar...

Lena terminó con dificultad la carta y, a pesar del torbellino de preguntas que le asaltaban, consiguió esbozar una sonrisa y una palabra: gracias. En el camino de regreso a casa hablaron de la vida y de la muerte, de las traiciones, de las huellas que dejamos, de los motivos para seguir respirando, de las pequeñas y necesarias revoluciones, de cómo imaginaban una vida mejor. Las confidencias de la ruta las hizo cómplices. Ambas mujeres empezaban a conocerse. Rosario quería ofrecer a Lena un espacio de confianza y seguridad que apuntalara sus convicciones profundas, fueran las que fueran sus heridas y sus decisiones. Aunque egoístamente también deseaba averiguar si su resistencia y su lucha de antes tenían sentido hoy en su entorno más cercano, se estaba poniendo a prueba. Transformar el mundo es también transformarnos y re-crearnos. Lena captó la señal.
Lena balancea sus pies. En su cabeza resuena Nunca he bailado bien de Joel Reyes y canta en voz baja no pude seguir el ritmo de tus pies, nunca he bailado bien; no supe subir tan alto sin caer, yo ya te lo avisé… Es posible bailar —se reafirma—, aunque ahora avance con el paso cambiado.