"Rellenamos el cráter de las bombas... y de nuevo sembramos... y de nuevo cantamos... porque la vida jamás se declara vencida" (poema anónimo vietnamita)
domingo, 28 de octubre de 2012
el son de lo cotidiano...
En las comunidades indígenas, el músico Erick de
Jesús y sus compañeros reciben palabras que devuelven en forma de una canción.
Su música, en cuatro lenguas de pueblos originarios, habla de sus usos y
costumbres, de sus gritos de rebeldía, de sus necesidades... Nuestro propósito
es que nuestro canto sirva para organizarse desde fuera del gobierno, que
gobierna para pocos, explica el artesano, trovador, músico y compositor de son
tixtleco. La música comercial no se siente. Ésa es la necesidad de cambiar.
Nosotros adoptamos el son de tarima para llevarlo al campo y narrar las formas
de vida de los pueblos. Con cuatro discos y más de 120 canciones hechas para
las comunidades de los pueblos originarios de Guerrero, componen desde 2003 en
náhuatl, me’phaa, ñuu savi yñan´cue ñomndaa’. Nos pusimos a investigar
y poco a poco nos adentramos a los pueblos. Conocimos a Aarón Arias, que llegó hablando ñuu savi y es traductor a esa lengua
de algunas letras. Después llegó mi hermana Isabel; luego, se unió Wilber, que
ejecuta la segunda jarana. Todos estamos con el interés de llegar hasta donde
se tenga que llegar. Junto con Joel Leyva -albañil, plomero y tapiador (que
toca el cajón de tapeo)-, este pequeño colectivo de músicos escucha lo
cotidiano de las comunidades. El sonero y trovador cuenta que recibió las
primeras palabras en náhuatl de sus padres. Retomamos las palabras en me’phaa,
ñuu savi yñan´cue ñomndaa’ porque la gente se acerca, nos enseña, comparte
y nos dice: así se escribe, así se pronuncia, y nosotros sólo le buscamos la
métrica. Así trabajamos la música, la traducción y la letra. Erick explica que
a veces tienen material, por ejemplo, en me’phaa, y la genta les pide
que lo traduzcan al español… Muchas veces es imposible porque, en la letra y la
música en lengua indígena, ellos marcan su tono y su sentimiento. Para este
artista, ir a las comunidades, rescatar historias y desenvolverse ahí es sentir
lo que piensa el pueblo. Nosotros vamos a convivir con las familias, y nos
cuentan historias que nosotros hacemos canciones. Estos músicos le cantan a la
lucha de los pueblos, a sus tradiciones, a sus alimentos, a la lluvia y a las
mujeres de Guerrero. El son no tiene límites. Si los tiene, estaría en una
burbuja del folklore y nos estaríamos limitando nosotros. Nos forjamos en los
fandangos y en recibir desacuerdos de los músicos tradicionales, pero eso no
nos detuvo. La palabra, decíamos, tiene que llegar a las comunidades. Narrar en
canto lo que vemos y lo que nos platican es el objetivo.
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