sábado, 28 de julio de 2012

la auténtica revolución...


Firme defensora y promotora de los derechos de las mujeres, así como del papel que ha desempeñado la mujer en la construcción del proceso revolucionario venezolano. Para Gioconda Mota Gutiérrez, si bien la lucha de la mujer está llena de impedimentos y problemas, tanto en cualquier parte del planeta como en el marco de la revolución bolivariana, no es menos cierto que los procesos de diálogo y construcción comunitaria que se están llevando a cabo permiten ir poniendo en marcha unas políticas públicas de igualdad y de inclusión, así como las correspondientes implementaciones legislativas y judiciales, que afectan muy positivamente a los sectores excluidos. Pobres, mujeres o indígenas empiezan a encontrar espacios de integración y posibilidad de accionar mecanismos para proponer y reivindicar necesidades específicas con las que iniciar procesos encaminados a la reconstrucción de sus vidas. El feminismo revolucionario de Gioconda supera la rigidez de los discursos políticos ortodoxos y, con el fin de empoderar realmente al pueblo, vuelve su mirada afectuosa a los procesos populares, para escuchar sus propuestas y reivindicaciones, para ahondar en su sabiduría. Para Gioconda, el pueblo venezolano acepta el liderazgo personal, pero sólo en la medida en que opera al servicio de un beneficioso proceso de transformación social, popular y colectivo; aúna iconos -objetos del amor, nacidos del corazón- con reflexiones políticas -teorías, autores-; y en definitiva, relaciona y sintoniza el espontáneo universo de los sentimientos con el resultado de las conquistas políticas. Decía Alain Touraine que el feminismo es la mayor revolución puesta en marcha en la Historia de la Humanidad. Y la más hermosa, dice Gioconda. Ciertamente, sólo desde una perspectiva feminista y revolucionaria, en oposición al binomio capitalismo-patriarcado, orientando la actividad política a procesos populares absolutamente equitativos y horizontales, podremos implementar la reivindicación del amor como fenómeno de progreso colectivo. El amor deviene, entonces, en potente herramienta antiautoritaria y de construcción política al servicio de la población. Desde la facultad de sentir afectivamente, de identificarnos y vincularnos con las demás personas, de confiar y sensibilizarnos, de admirar y compartir, de crear lazos éticos y solidarios, de establecer relaciones fundamentadas en la libertad mutua o de concatenar los procesos vitales (gestación, crianza, cuidados, dedicación a las personas) podemos avanzar hacia la exigencia y consecución de la plena y efectiva igualdad[En palabras de Ernesto Che Guevara] la auténtica revolución tiene su base en el amor.
Fuente : Rebelión

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