viernes, 2 de noviembre de 2012

la libertad de los átomos…

– Vamos a ver, tío: ¿así que tú piensas que, cuando uno hace lo que quiere, lo que pasa es que no sabe lo que quiere?, que, cuando yo y los compañeros cantamos que viva la libertad y luchamos contra el Poder por la libertad, ¿nos hacemos ilusiones?, ¿que no hay libertad en el mundo? – Venga, Rosa, siéntate un poco. Fúmate este purillo, que huele a bueno. – Pero responde, tío: ¿no hay libertad? – ¿Cómo voy a decirte eso, Rosa, si me he pasao la vida negando eso? Claro que hay libertad. – ¿Y? – Lo malo es tenerla. – ¿Cómo? – Creer que es cosa de uno, como las otras cosas que tiene. Tal vez es que no os alegráis con la poca que haya. – Claro que no, tío: siempre más. – Y en eso ya se parece al dinero, ya ves qué pena. – Ya. Y entonces, ¿dónde está?, ¿qué es? – Tú ¿no estabas estudiando Física o algo así? – Estaba. Y ¿qué? No irás ahora a fiarte de la Ciencia, que está al servicio del poder. – No. Pero resulta que algunos de los cuánticos han debido de trastornarse un poco, y hasta piensan que, si uno es libre de levantarse, o no, a tomar un vaso de agua, igual de libres hay que declarar a los fotones, por ejemplo. – ¡Ja! O sea aplicarles a las pobres partículas la condición humana. – Quizá al revés: que los hombres aprendan a ser algo humildes con su libertad. – Ya: porque ésa de los fotones consiste en la incertidumbre, ¿no?, que en un punto el fotón tira a la izquierda o a derecha sin saber por qué. – Eso; y ya lo cantaba el pobre Lucrecio: que no todo se haga por choque de un átomo con otros ni por su propio peso: que hay algo más. – Que es… – Eso: el no saber qué: la duda, la incertidumbre: eso es la libertad. Y si te parece poca…

Agustín García Calvo
Imagen: siempre la negra 

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