sábado, 24 de noviembre de 2012

algo entró en mi corazón…



Mis abuelos sólo hablaron diitxazá. Mi madre y mi padre aprendieron ya grandes y a golpes el español. Cuando nací, ellos quisieron darme un idioma que me facilitara habitar el mundo, así que en casa sólo me hablaban en español; pero apenas cruzaba el corredor, la vida estallaba en zapoteco: los niños, los juegos, las mujeres vendedoras de frutas y dulces, los hombres que volvían del campo tonel maíz en las carretas jaladas por una yunta de bueyes; los que cargaban los estos con peces que aún sacudían las escamas o traían en hombros tortugas marinas que cabalgábamos por el Callejón de los Pescadores. Cada mañana en flor despertaba con el diitxazá hecho canto y anuncios de comidas y sucesos importantes a través de los altavoces (hasta hoy efectivo sistema de comunicación y comercialización). Así aprendí a soñar y a reír en zapoteco, aprendí a mover mi pensamiento de un idioma a otro, como cambiar de canal. Mi madre y mi padre entonces alimentaron mis dos lenguas, y mi hogar y mi vida fueron desde entonces bilingües. Más tarde extendí las alas sobre ajenas tierras, me escuché hablando en un solo idioma y un zopilote llamado nostalgia me abrazó; así que para impedir que mi corazón se marchitara empecé a hacer poemas que leía al viento para no olvidar el sonido del diitxazá y escribía en español para que otros supieran lo que yo quería decir. Aunque, en realidad, cuando invento poemas prefiero hacerlo primero en diitxazá, porque esta lengua es de por sí metafórica: cuando uno dice biuladxe quiere decir “algo entró en mi corazón”, y en español sólo decimos “me gustó”, Cuando decimos siado guie para referirnos a la primera hora del día, lo que estamos diciendo es “mañana en flor”. Para decir “vida” utilizamos la palabra guendanabani, que significa “el don de la vida”, la esencia de la vida. Así pues cuando hablamos en zapoteco estamos siempre creando poemas. Ahora, después de algunos años, he retornado a mi origen, escucho de nuevo cómo la vida estalla en diitxazá y mi corazón se alegra. Pienso entonces que no puedo concebir el mundo, la vida, el pensamiento, los sueños, en un solo idioma, que todo es mucho más rico y hermoso para mí porque puedo decir poemas, verdades y mentiras, puedo jugar, cantar, soñar, sentir, pensar, amar y muchas cosas más en mis dos lenguas.
Imagen: xatakaciencia
 

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