sábado, 8 de diciembre de 2012

alas en la espalda...



Yo iba rumbo al empleo fijo y la gran familia
en el coro de los niños bien peinados
pero entonces sucedieron tifones y cetáceos,
ilusiones ópticas o muchachas candentes.
Y atravesé la vida con el filo de mi espada
como en un duelo a primera sangre conmigo mismo.

Ya no más hogar confortable, cena de nochevieja,
el porvenir seguro, costumbres como estufas.
Todo fueron incendios y horizontes, estrépito y galope,
el beso de la noche, las muescas en el sueño.
Mis mayores buscaban horarios, un sueldo justo,
y yo no estaba dispuesto a contradecirles.

Pero entonces sucedieron imprevistos, no se como explicarlo,
quizá ráfagas de pasión o lanchas fueraborda,
un zumbido de crepúsculos, una guitarra eléctrica
o tal vez, me temo, esas repentinas alas en la espalda.
  

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