jueves, 24 de noviembre de 2011

La fábula de los cuervos y los alacranes...

En mi primera visita a la República Popular y Democrática de Yemen, me llamó la atención la densidad de cuervos por el cielo y por la tierra a las afueras del aeropuerto.
Al dejar el hotel con nuestro acompañante yemení, me asombré aún más con el impresionante despliegue de cuervos que te sorprendía allá donde pusieses los ojos, en el cielo, en la tierra, planeando sobre las cimas de las negras montañas volcánicas cuyos bordes, rocosos, afilados, brillantes como el cristal, inspiraban temor.
Me pareció como si los cuervos estuviesen meciéndose en caballitos de madera distribuidos por el pedregal, presuntuosos, confiados, desafiantes. Me agaché a coger una piedra, al momento el camarada yemení leyó mi intención de tirarla y me advirtió gravemente:
- No lo hagas, lo lamentarás, si matas uno te atacarán sin descanso y no te dejarán tranquilo.
Titubeé y solté la piedra, los yemeníes saben más que nadie sobre sus cuervos. Le pregunté cómo es que no tenían miedo y me dijo:
- Un oficial británico trajo unos cuervos de la India con la convicción de que acabarían con los alacranes que abundan por el lugar. Los cuervos se reprodujeron, anidaron en las cumbres inalcanzables para la gente y allí ponían los huevos en paz. Desde entonces son un problema intratable, no sé, tal vez de tanto alacrán que han tragado ya no le tienen miedo a nadie.
- ¿Y los alacranes? ¿Han acabado los cuervos con ellos?- Le pregunté.
Enmudeció y una sonrisa burlona se le perfiló en la cara, no dijo nada y se puso a recorrer con la vista los abundantes agujeros que había por las aceras.
Apenas habíamos andado unos metros cuando me detuvo, me cogió del brazo y me indicó un alacrán negro que salía de un boquete con el aguijón en ristre. Todo apuntaba a que iba cargado de amenazante veneno.
- Los británicos trajeron los cuervos para librarnos de los alacranes, y después de sacrificarse el pueblo en una revolución victoriosa para expulsarlos de nuestro país, aquí se quedan los cuervos, y lo peor son los molestos graznidos que nos turban el descanso noche y día. Esto es parte de lo que nos dejó el inglés, amigo…
Rashad Abu Shawer 
La fábula de los cuervos y los alacranes
Traducción del árabe de Antonio Martínez Castro
Al-Quds al-Arabi
Fuente: Rebelión

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