De tiempo
en tiempo pienso en terrazas frente al mar
donde
sentarme a envejecer
pienso en
la visión de las copas de los árboles,
percibida
en el silencio.
Pero los
tucanes y oropéndolas
el jaguar y
el ocelote
lo
primitivo y salvaje que ha quedado sin revelar
esgrime su
irresistible tentación tras la tersa ilusión del horizonte.
Viajera en
pos de lo profundo e ignoto
Mujer con
el alma agujereada por los colibríes
desecho la
memoria del desván donde guardé escudos y encantamientos
para
proteger esta piel vulnerable al rasguño
y abrazo
vociferante y temblando
el huracán,
el tornado, la tormenta.
Desde la
espesura de mis pulmones
reclamo sin
arrepentimientos
la carne
viva, las llagas
el ojo sin
miedo
de la
juventud.
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