En el 160 aniversario del
nacimiento de José Martí, ocurrido el 28 de enero de 1853, el papel de los
hombres y de los pueblos requiere una mirada reflexiva que parta esencialmente
de sus ideas… Una revolución no es un paseo por las riberas del mar o de un río
apacible. Es una tormenta. Es una conmoción descomunal que rompe los cimientos
de la sociedad. Destructoras para ser constructoras. Y en ese camino le toca a
una generación sufrimientos indecibles y placeres memorables. Quien intente triunfar, no inspire miedo:
que nada triunfa contra el instinto de conservación amenazado. Y quien intente
gobernar, hágase digno del gobierno, porque si, ya en él, se le van las riendas
de la mano, o de no saber qué hacer con ellas, enloquece, y las sacude como
látigos sobre las espaldas de los gobernados, de fijo que se las arrebatan, y
muy justamente, y se queda sin ellas por siglos enteros. A la raíz va el hombre
verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame
radical quien no vea las cosas en su fondo. De los hombres y de sus pasiones,
de los hombres y de sus virtudes, de los hombres y de sus intereses se hacen
los pueblos. Los hombres que vienen a la vida con la semilla de lo porvenir, y
la luz para el camino, sólo vivirán dichosos en cuanto obedezcan a la actividad
y abnegación que de fuerza fatal e incontrastable traen en sí. El hombre debe
realizar su naturaleza. Debe el hombre reducirse a lo que su pueblo, o el mayor
pueblo de la humanidad, requiera de él. Cuanto rebaje a un hombre me rebaja, y
un hombre bajo que viniese detrás de mí, me pesaría como mi propia bajeza.
Encender a los hombres quiero, y abrirles los ojos para que con sus ojos vean
la luz, y decirles la verdad que sé. Las etapas de los pueblos no se cuentan
por sus épocas de sometimiento infructuoso, sino por sus instantes de rebelión.
Los hombres que ceden no son los que hacen a los pueblos, sino los que se
rebelan. Pelear es una manera de triunfar. No hay más vencidos que los que lo
son por sí propios:- por su desidia, su malignidad o su soberbia. Andar es un
modo de llegar. La vida no me ha dado hasta ahora ocasión suficiente para
mostrar que soy poeta de actos, tengo miedo de que, por ir mis versos a ser
conocidos antes que mis acciones, vayan las gentes a creer que sólo soy, como
otros tantos, poeta en versos.
Fuente: Rebelión
Imagen: Juventud Rebelde