"Es el secreto de Younes, guardadlo en el vientre de la ballena”, les dijo. “Y tras tres días, tres años
y tres décadas, vuestro abuelo Younes saldrá del vientre de la ballena, como
salió el primer Younes, y volverá Palestina, y llamaremos a nuestro ueblo, que
reconstruiremos, Bab al-Shams"
Ciento cincuenta personas, la
mayor parte de ellos palestinos, y un centenar más que lograron entrar al día
siguiente, fundaron un pueblo, pero más que eso fundaron una idea, una manera de
combatir al gobierno israelí, a su poderoso ejército, a sus armas y soldados. Bab
Al Shams, una iniciativa de resistencia pacífica de los comités populares
palestinos. Ha consistido, consiste, básicamente en la creación de un pueblo
mediante el levantamiento de tiendas en un terreno de los territorios ocupados
palestinos, muy cerca de Jerusalén Este, en dirección a Jericó. Su nombre, la
Puerta del Sol, podría evocar los movimientos de protesta en España, pero su
elección ha tenido un componente poético y hermoso, el libro del libanés Elias
Khoury. Visibilizar con su acción el
deseo, más que eso, el derecho, de recuperar una tierra que les pertenece. Y
hacerlo sin violencia. Con organización y fuerza, con logística y valentía.
Llegar y quedarse. Pero además, los ciudadanos, los habitantes de Bab Al Shams
no sólo han fundado una manera, sino que han refundado una esperanza, una luz
que se reprime una y otra vez desde dentro de sus fronteras pero también desde
fuera, la esperanza de que en la acción no violenta, en la resistencia, reside
el éxito de su pueblo. Un camino que, admiten ellos, es de largo recorrido, un
camino que no les desgasta y por el que, están, estamos convencidos, merece la
pena trabajar. Y aunque en muchas, demasiadas ocasiones, no se visibilice en la
esfera internacional, la realidad
es que dedican mucho esfuerzo en avanzar por ese camino, en hacerlo con
sabiduría, y en recorrerlo desde la base de un pueblo, de una sociedad, que se
desmarca de posicionamientos políticos, de autoridades e intereses económicos o
de simple poder. Mientras tanto, la dureza del día a día, la incómoda y
permanente sensación de asfixia que aprieta al pueblo palestino desde hace más
de medio siglo continúa en el presente de esta región. Pero una ligera brizna
de aire se ha colado por entre los barrotes de los checkpoints, por
entre las manos de los soldados que aferran sus armas, por entre las grietas
del muro. Una brisa de esperanza.
Candela Torres
Fuente: Desinformémonos
Imagen: Bab Al Shams
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