Somos compañeros y compañeras que
conformamos el Espacio de Lucha Contra el Olvido y la Represión (ELCOR). Creemos
sumamente importante rememorar la historia de los pueblos en lucha -aquella
donde el pasado es presente para construir el futuro- para no permitir que la
tierra regrese bajo control de gobernadores terratenientes, rancheros
arrendatarios, militares y guardias blancas, como se caracterizó Chiapas
durante siglos. “La historia de arriba” nada de esto nos ha relatado. Pretenden
que entendamos que el despojo es una forma legal cuando bien sabemos
que es mecanismo para regularizar tierra a favor de sus intereses como clase,
defendidos además, por paramilitares. Lo que no saben es que luchamos contra el
olvido y la represión, es decir, contra el sistema capitalista que impone un
modo de vida que acaba con la vida misma, y contra un Estado liberal moderno que
impone violencia, desprecio, cárcel, tortura y muerte expresada en sus leyes,
partidos e instituciones. En cambio, los y las zapatistas nos han enseñado
sobre y desde la historia a darle lugar a la memoria. Conocer
el proceso de la recuperación de tierra por parte del EZLN es evocar un pasaje
histórico que va de un sistema colonial representado en la hacienda, a la
tierra recuperada, y así a la construcción de territorio autónomo
anticapitalista, hoy representado en los Municipios Autónomos Rebeldes
Zapatistas. Para nosotros y nosotras, luchar contra la desmemoria ha sido
producto de caminar y escuchar a los hermanos y hermanas, y estar con el corazón abierto y atento a sus pronunciamientos. Hemos aprendido
que desnudar la historia de agravios es visibilizar en retrospectiva a Chiapas
para construir nuestros calendarios. Todo era condición histórica para el
anclaje entre el colonialismo interno y el desarrollo del capitalismo
dependiente/periférico. Desde hace casi treinta años, las decisiones
económico-políticas que comenzaron a caracterizar a la “globalización
imperial”, fueron estratégicas para llevar a cabo un ordenamiento territorial
que permitiera la acumulación de capital en aquellos territorios habitados por
pueblos indígenas que seguían resistiendo La insurrección campesino-indígena
zapatista además de exigir tierra, reclamó trabajo, techo, salud, educación,
alimentación, comunicación, paz, libertad, justicia, democracia e
independencia. Se proponía la construcción de un sistema político que
permitiera que la acción histórica colectiva mandara y hubiese quienes
obedecieran a las mayorías. Veinte años después los sujetos emergentes
que surgieron con el levantamiento del EZLN,
mostrando el rostro de la dignidad caminando, ensayan una autonomía de facto y
plantean que una verdadera reforma agraria sólo será posible si las relaciones
de explotación y opresión desaparecen. Sólo así la consigna “Tierra y Libertad”
se recontaría con la de justicia. Los y las zapatistas han defendido la tierra
que hoy sigue viva por el sudor de los abuelos y abuelas que trabajaron en esas
haciendas y la sangre de quienes dieron su vida para que los sueños los caminen
otros y otras. Hoy nos toca caminar y defender esa tierra donde se construye
otro mundo posible, la rebelión contra el olvido y por la memoria se expresaba
en las geografías del sureste mexicano. Hoy para muchos y muchas de nosotros y nosotras la lucha
zapatista del sureste mexicano está mostrando a los movimientos hoy llamados
socioterritoriales, que confirmen cómo se pueden transformar las relaciones
sociales y políticas del continente. Lo que era un territorio configurado por
grandes latifundios de producción cafetalera, fincas ganaderas y monterías
madereras y chicleras – basadas en relaciones de explotación y opresión, hoy
son Caracoles Zapatistas, abrazados por comunidades que dibujan Municipios Autónomos
Rebeldes Zapatistas, donde se ensayan relaciones de reciprocidad, solidaridad y
convivencialidad. Hoy estamos siendo testigos de que otro mundo es posible y si
quieren conocerlo hace falta difundir la situación y sumarse desde cada
geografía a la defensa de las geo-grafías zapatistas.
Chiapas, México
Fuente: Desinformémonos
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