Los multitudinarios actos de desobediencia civil,
los procesos masivos de participación y decisión horizontal… son rasgos de lo
que ha sido un poderoso movimiento: primavera árabe, 15M y Occupy Wall Street. Más
indignación, más malestar y más desobediencia es la respuesta en la calle. Las
élites económicas y políticas, por su parte, frente a una crisis económica,
social, política y ecológica sin precedentes, han optado por pisar el
acelerador. Y al mismo ritmo que la prima de riesgo sube, los recortes se
intensifican y llegar a final de mes se convierte en “misión imposible” para
miles de familias... La crisis clarifica las cosas. Las cortinas de humo se
esfuman. Al capitalismo se le ha caído la careta. Consignas del movimiento del
15M como “no es una crisis, es una estafa”, “no debemos, no pagamos”, etcétera,
se han extendido socialmente ante la profundidad de la crisis, la impunidad de
quienes nos han conducido hasta aquí y la connivencia política con la que
cuentan. Hemos visto gritar en las plazas y en las manifestaciones: “Hoy
empieza la revolución” o “no es la crisis, es el capitalismo”. Y el desafío
reside en llenar colectivamente de contenido programático y estratégico este
malestar social e indignado. Ser capaces de dibujar poco a poco un esbozo de
proyecto alternativo de sociedad y de cómo alcanzarlo y profundizar así en el
alcance y la consistencia del rechazo creciente al mundo actual. La
intensificación de la crisis, junto con la dificultad para conseguir victorias
concretas, ha empujado a una creciente radicalización. Desde la emergencia del
15M, la ocupación de plazas, de viviendas vacías, de bancos e incluso de
supermercados se ha convertido en una práctica frecuente. Y lo más importante: estas
acciones han contado con un importante apoyo social. La desobediencia civil ha
empezado a recuperar el espacio público. Y es que frente a leyes y prácticas
injustas, la única opción es desobedecer. Y ante a este aumento de la respuesta
social en la calle el miedo ha empezado a cambiar de bando. De ahí la escalada
represiva contra quienes luchan con el objetivo de acallar la protesta… Aunque
dicha estrategia les está resultando más difícil de lo que esperaban, debido a
la profundidad de la crisis, la deslegitimación del gobierno y el importante
apoyo con el que cuenta la movilización social. Nos intentaron hacer cómplices
cuando no culpables de esta situación de crisis. Nos dijeron, por activa y por
pasiva, que habíamos “vivido por encima de nuestras posibilidades”. Y el
discurso caló. Mentira. Quien durante años ha vivido por encima de sus
posibilidades ha sido el capital financiero y especulativo que hizo negocio con
el territorio y la vivienda. La estafa de la crisis se ha convertido en una
realidad para muchas personas. Y éste es el primer paso para cambiar las cosas.
Abrir los ojos al Matrix cotidiano que no nos deja ver la realidad y despertar
de la prisión virtual que es la ideología del capital.
Imagen: kaosenlared
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