Los globos de colores lo inundan
todo. Y aún así Adelina Granados, 57 años, salvadoreña que se interpreta a sí
misma, no deja de inflar más y más. Sobre el escenario cinco
mujeres, tres octogenarias, todas refugiadas que huyeron de la guerra, la
represión o la muerte, entretejen sus recuerdos: un suelo que durante un tiempo
fue la única cama, los preparativos de una boda, mensajes
clandestinos escondidos en los zapatos, los ausentes, la comida, los amores… “A
veces se me confunden las historias del pasado y las del presente, he llegado a
pensar que algunas de esas historias nunca sucedieron pero me dicen que no me
preocupe, que en el teatro a veces se cuentan verdades y a veces mentiras, que
lo importante es contarlas”, dice sobre el escenario la hondureña Dilia
Ramírez, de 78 años, una mujer pequeña y delgada de ojos vivarachos que sobre
las tablas ultima los preparativos de la boda de su hija hasta que su compañera
espeta: ”María Dilia, miente. En realidad ella se enteró de que su hija se
había casado a través de una carta”. Todo
está aquí es mucho más que una obra de teatro, es el último proyecto del
colectivo Memoria migrante, una forma
de “dar voz a los sin voz, de reconstruir la historia oral de personas y
comunidades mediante el arte, de crear algo a través de experiencias
individuales y ahora es un intento por reconstruir el proceso migratorio”,
explica su directora, Melina Alzogaray… [quien] se cruzó con “las mujeres monarcas”, un
grupo de refugiadas políticas latinoamericanas, mujeres comprometidas que
coincidieron en la Casa del Refugiado A.C de la capital mexicana hace años, y
comenzó a fraguarse la idea. “Queríamos crear espacios de reflexión, ofrecer
una salida laboral a esas mujeres cuando muchas ya han entrado en la
tercera edad y parece que no pueden hacer nada, construir algo alegre”. Fue un
proceso de creación colectivo que al principio las generó incredulidad pero que
funcionó gracias a la increíble entrega y profesionalidad de estas mujeres”.
Todo comenzó cosiendo muñecas. “Fue muy bonito, comenzamos a hablar, a recordar
mientras las hacíamos, nosotras nos conocíamos de antes pero salieron muchas
cosas nuevas”, explica Dilia. “Yo inflé 99 globos rojos y 103 azules”, comenta
Adelina. “Y 263 globos eran amarillos”, detalla. “También inflé 608 globos
verdes”, insiste Adelina. “509 rojos y 5 negros”, continúa. Con todos estos
recuerdos y horas de ejercicios y ensayos, se configuró una obra que está
recorriendo México, ofrece un salario a sus actrices y trabajadores gracias al
apoyo de diversas instituciones, y su directora confía en que pueda llegar a
otros países. “Ha empoderado a mujeres luchadoras” dice orgullosa Alzogaray,
aunque reconoce que durante todo el proceso se vivieron momentos duros. Ha sido
una catarsis”, subraya Dilia. Antes de salir a escena, calientan la voz, el
cuerpo, gritan, se abrazan, pierden el pudor, se gustan a sí mismas. Sobre el
escenario comparten impresiones como refugiadas en un país por el que hoy,
cientos de migrantes como ellas transitan en busca de una vida mejor. “Es muy
importante recordar todo aquello en el México de ahora”, dice Eva. Después de
una hora de espectáculo, comienzan los aplausos. A pocos metros, Adelina
sentencia: “Hace 25 años me operaron y de ejercicio me pusieron inflar globos.
No me acuerdo de nada más… o tal vez de un poco sí”.
Hola,Cjunco!
ResponderEliminarMaravillosa iniciativa.La alegria y el empeño de no dejar q la tristeza te gane el pulso.Hermoso tu texto.Besos y buen finde.
Para ti Lady_Celeste, por disfrutar de la bella resistencia de estas mujeres... por la sensibilidad que te hace sentir parte de la memoria viva y el arte... por dejar huellas en kamchatka... Y para seguir tejiendo alegría comunitaria:
ResponderEliminarHistoria oral y arte ambulante…
http://www.youtube.com/watch?v=JYYZvFMcL30
Limpia tu pena madre
Límpiala que se va
Y si se queda mucho
Muélela, muélela…
http://www.youtube.com/watch?v=06m_gpTptiw
Besos desde la resistencia :-)