Llegué al mundo a primera hora de
la mañana del 2 de abril de 1974. Sobre las 7:40 de aquel lluvioso día saqué mi
cabeza y resto del cuerpo al mundo, pesando cinco kilos. El detalle me lo
relató mi madre hace ya muchos años. Se ve que a pesar de disfrutar de los
fogones familiares y del tapeo, dejé mi tendencia a engordar en el útero
materno, porque han pasado ya casi cuarenta años de aquel episodio y pesaré
unos setenta kilos. Creo que la práctica deportiva variada y los juegos de
calle, más mi costumbre a andar por los pueblos y ciudades de España desde mi
niñez han contribuido a ello. Mi niñez fue linda, básicamente porque me sentía
querido por las personas que me rodeaban y nunca faltaron los recursos básicos
para vivir con tranquilidad con el esfuerzo y el espíritu de hormigas de mis
mayores. Eso explica que valore el trabajo ajeno y propio siempre que sea
vocacional; el otro también, pero no cuenten conmigo si no me dedico a aquello
que me gusta y libremente elegí. La cordura llegó con el apoyo materno, y di el
salto a Madrid, urbe a la que llamo desde entonces mi
segunda ciudad. Allí me encontré con una serie de amigos y maestros
a los que sigo llevando conmigo en mi maleta vital. Con ellos aprendí a amar
nuestra profesión, el respeto a informar bien documentados, y a no tragar
carros y carretas. Como éramos culos inquietos, nos buscamos nuestras prácticas
aquí y allá, y nunca nos faltó un periódico donde escribir, unos estudios de
radio donde montar un programa o incluso de hacer de improvisados actores en la
televisión. Pero tras aquel lustro maravilloso, los maestros y amigos
continuaron, la vocación ya se había expandido, y ahora quería completarla con
la de investigador social, profesor y escritor. Así que de la mano del bueno de
Fernando Velasco llegué a la Ortega, a la casa de aquel pensador que con 19
años y de la mano de su discípulo y amigo Julián Marías contribuyeron a cambiar
mi vida. Y comencé a disfrutar del mundo editorial… A día de hoy solo me faltan
tres regiones de España por conocer, y he llegado hasta San Petersburgo, y en
cualquier rincón del globo he hallado alguien interesante a quien escuchar y
conocer.
Fuente: Rick’s Café
Imagen: Pedro Rodríguez Expósito
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