Me podréis chupar la sangre
¡y aquí tendréis mis venas!
Me podréis quitar las manos
¡y aquí tendréis mis brazos!
Me podréis robar mis pies
¡y aquí tendréis mis piernas!
Podréis, incluso,
despojarme de la vista
¡y aquí tendréis mis ojos!
Podréis sustraerme,
expoliarme,
arrebatarme,
negarme,
violarme…
retirarme todo aquello
que vuestra codicia, usura,
vuestra ambición necesite.
¡Y aquí mismo me tendréis!
Todo me lo podréis quitar.
Todo menos el ansia intacta
de mis sueños de dignidad.
Imagen: Tomás Guijo
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