Esta noche estoy solo. Mi
compañero (algún día sabrás el nombre) está en la enfermería. Es buena gente,
pero de vez en cuando no viene mal estar solo. Puedo reflexionar mejor. No
necesito armar un biombo para pensar en vos. Dirás que cuatro años, cinco meses
y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar. Y es cierto. Pero no son
demasiado tiempo para pensar en vos. Aprovecho para escribirte porque hay luna.
Y la luna siempre me tranquiliza, es como un bálsamo. Además ilumina, así sea
precariamente, el papel, y esto tiene su importancia porque a esta hora no
tenemos luz eléctrica. En los dos primeros años ni siquiera tenía luna, así que
no me quejo. Siempre hay alguien que está peor, como concluía Esopo. Y hasta peorísimo,
como concluyo yo [...] Hace
aproximadamente dos meses que no tengo noticias tuyas. No te pregunto qué pasa
porque sé lo que pasa. Y lo que no. Dicen que dentro de una semana todo se
regularizará otra vez. Ojalá. No sabes lo importante que es una carta para
cualquiera de nosotros. Cuando hay recreo y salimos, de inmediato se sabe
quiénes recibieron cartas y quiénes no. Hay una extraña iluminación en los
rostros de los primeros, aunque muchas veces traten de ocultar su alegría para
no entristecer más a los que no tuvieron esa suerte. En estas últimas semanas,
por razones obvias, todos estábamos con caras largas, y eso tampoco es bueno.
De modo que no tengo respuesta a ninguna pregunta tuya, sencillamente porque
carezco de tus preguntas. Pero yo sí tengo preguntas. No las que vos ya sabés
sin necesidad de que te las haga, y que, dicho sea de paso, no me gusta hacerte
para no tentarte a que alguna vez (en broma, o lo que sería muchísimo más
grave, en serio) me digas: "Ya no." Simplemente quería preguntarte
por el Viejo. Hace mucho que no me escribe. Y en este caso tengo la impresión
de que no hay ninguna otra causa para la no recepción de cartas. Sólo que hace
mucho que no me escribe. Y no sé por qué. Repaso a veces (sólo mentalmente,
claro), lo que recuerdo haberle escrito en algunos de mis breves mensajes, pero
no creo que haya habido en ellos nada que lo hiriera. ¿Lo ves a menudo? Otra
pregunta: ¿cómo le va a Beatriz en la escuela? En su última cartita me pareció
notar cierta ambigüedad en sus datos. ¿Te das cuenta de que te extraño? Pese a
mi capacidad de adaptación, que no es poca, ésta es una de las faltas a las que
ni mi ánimo ni mi cuerpo se han acostumbrado. Al menos, hasta hoy. ¿Llegaré a
habituarme? No lo creo. ¿Vos te habituaste?
Fuente: Radio Saudade
Imagen: plumas latinoamericanas
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